miércoles, 1 de diciembre de 2010

El Bisila sigue vivo


  Los que hemos vivido las noches de esta última década por la Ruta de la Madera tenemos clavado un tridente que nunca olvidaremos. Stereo (antes Apache), La Galería (antes Confetti Club, antes Antídoto) y Clan Cabaret (siempre, el Clan). Cuando nos marchábamos del pub y dábamos por finiquitada la noche rockera, los que no nos habíamos llevado nada a la boca en Stereo nos íbamos a buscar carne por dinero. Con las risas de los colegas como última canción, maldecíamos nuestra suerte apagada, nuestra poca gracia, nuestro escaso atractivo y, sobre todo, nos ciscábamos en el menda que nos había levantado a la rubia. Otra vez.

  Para ejecutar el Plan B -pagar por la carne-, nunca hubo ni habrá, permítame la parroquia que siente cátedra, ningún burdel como el Bisila. La americana era mi preferida. No era tan cara como otras ni presumía del brillo vulgar que podía refulgir en las demás, pero tenía de todo. Lo principal era la carne, que luego conocí al proveedor, un tío muy majo calcado a Mick Jagger con tez mediterránea. La americana tenía un huevo frito, como yo tenía los dos, de tan apagada la suerte, la gracia, el atractivo y los etcéteras anteriormente mencionados.

  Hace cierto tiempo el Bisila cerró y me dió un bajón tremendo. Me pasó lo mismo cuando Jesús Gil murió, o cuando dejaron de hacer dibujos después del telediario los fines de semana para instruir a los niños en temas fundamentales como secuestros, violaciones o venganzas, a través de sesudas películas de sobremesa. El espíritu Disney de toda una generación aplastado por Antena 3. Nunca os olvidaremos, D'Artacán y Ulises.

  Pues bien, amigos virtuales, si queréis probar las mejores hamburguesas del mundo, o los viejos rockeros pretendéis recordar el sabor de vuestros días más lozanos, ahora la vida os da otra oportunidad. El Bisila ha abierto de nuevo. No está en su antigua ubicación y ya no conserva su nombre (el que adquirió el antiguo local, hereje, también compró el nombre), pero la carne y la manera de hacerla, con parsimonia y atino, sigue siendo la misma montaña rusa de sensaciones gástricas. Esa cebolla, qué cebolla, ese tomate, esas patatas fritas que justifican la existencia de un Hacedor todopoderoso, perduran en este tiempo del infortunio y el Facebook.

  ¡Acudid, acudid sin demora, hombres y mujeres, viejos y jóvenes! Os atenderán, al ladito de Clan Cabaret, como si no hubieran pasado los años para ellos, la simpatía inalcanzable de Cristina y las manos expertas de Diego. Manos y maña en perpetuo idilio con una plancha que recicló la sonrisa de un hombre para convertirla en unas hamburguesas que son el más apetitoso manjar alicantino.

  Nuestro Bisila de siempre se encuentra en la C/ Capitán Segarra, bajando del Clan, y ahora lleva por nombre Hamburquesería Segarra.

6 comentarios:

  1. No quería poner otro maldito comentario pero que coño, el Bisila bien lo vale!
    El 54 ha vuelto!

    Diego.

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  2. Pues demonios, Diego!! Bienvenidos todos y cada uno de tus 'malditos' comentarios!!! En eso consiste lo de habilitarlos, y más tratándose del insigne Bisila..... Se me saltan las lágrimas cada vez que intervenís... Gracias y chin chin por el 54, lo probaré! Snif.

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  3. Sabeis si la numeración delos superbocatas es la misma?. El mio era el 72

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  4. Jajaja!! Pues no me he fijado tanto, pq yo siempre me pido la americana! Pero desde luego la carta tenía toda la pinta de ser la de los viejos tiempos... El artículo del Bisila, el 2º más leído de la corta historia de este humidle blog. Qué fuerte.

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  5. Me ha encantado el artículo. Ya me encargaré de leerselo a Diego, para algunos conocido conmo EL Gurú de las Hamburguesas.
    Corren nuevos tiempos y aunque no vuelvan Ulises y Dartañán tras el telediario (qué recuerdos, yo vivía la semana esperando los dibujos de los sábados) a nosotros lo que más nos gusta de haber vuelto es comprobar que eran muchos los que nos echaban de menos y recibir sus cálidas muestras de afecto.
    Muchísimas gracias Sergio.
    Gracias también a los eternos bisileros que nos seguís incondicionalmente.

    Cristina (la camarera).

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